LEVANTAR la vista del ombligo es una gimnasia muy recomendable, no sólo porque fuera de los límites del municipio hay cosas extraordinariamente valiosas, sino porque elevar la mirada permite apreciar con más nitidez el crecimiento de la galería de los horrores que existe en nuestra querida Semana Santa. El otro día leíamos el bando del alcalde de la Villa de Almonte con ocasión de la romería del Rocío. La autoridad municipal, en corto y por derecho, prohíbe los cantes y bailes que no sean tradicionales. "Podrán retirarse las licencias en caso de reproducir música no considerada típica". Y justifica el control: "Como manifestación de la devoción popular a su Patrona, la romería es la tradición por excelencia de Almonte, que ha ido expandiéndose y enraizándose hasta ser una seña de identidad de Andalucía. También se prohíbe la comercialización de puestos de venta sin permiso. Y los permitidos deben comercializar exclusivamente artículos propios de la romería, "y no dispondrán de música caso de encontrarse próximos a la celebración del rosario y la procesión". Expresamente se prohíben los altavoces e instrumentos que no contribuyan al "ambiente romero", ni carteles luminosos propios de ferias.
Elevemos la mirada. Que es bueno para las cervicales. Y para admirar todo lo bueno que hay fuera y lo mucho que se podría hacer para mimar una Semana Santa en la que todo no cabe y en la que el criterio parece perdido.
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